Afrontar la enfermedad con una macrosonrisa
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Mi hijo nació con microtia. Es decir, sin una oreja. Una malformación que afecta a uno de cada 5.000 bebés. Rara vez uno se acerca a las enfermedades raras si no es porque tocan de cerca. Y gracias a la Asociación de Microtia de España, en el segundo encuentro de familias, en Barcelona, he conocido a otros niños y niñas como mi hijo, preciosos, risueños y encantadores, pero sin una oreja, y a otras familias capaces de ver que el amor a nuestros hijos, lo que logren en sus vidas, va más allá de que les falte una parte del cuerpo. También he conocido al equipo médico de Sant Joan de Déu, más humano que médico. A veces, en la vida surgen cosas poco gratas que no esperas, pero otras muchas ocurren otras, agradables, que te esperan a ti. Así, inmersos en una crisis financiera o de valores, la vida me ha acercado a personas que dan la vuelta a la realidad y avanzan. Y apostamos por una sociedad de máximos, de macrosolidaridad, macrocorazón y macrosonrisas.
M. Ángeles Altozano (Madrid)
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